miércoles, 31 de agosto de 2011

Si el cerdo aplaude, peor.

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Me acuerdo de una fábula de cuando niño, no recuerdo su título, en el que un osito preparaba un espectáculo circense con mucho esfuerzo y, luego de presentarlo a los demás animales, recibe la opinión desfavorable del mono, quien era el sabio del grupo. Estaba muy triste por esta crítica pero llega el cerdo y lo alaba por lo que él consideraba el más grande espectáculo jamás visto. Aun más acongojado, el oso comenta lacónicamente: Cuando el mono me criticó, dudé de cuán mala es mi obra, pero ahora que al cerdo le gustó no queda duda: No sirvo para esto.

Moraleja: Si sabio critica, es malo; si el necio aplaude, peor.


Quijote para necios

Hace unos días fui a ver “El Quijote” de La Tarumba, una adaptación circense de la obra de Cervantes. La Tarumba es un circo peruano con muchos años de actividad que cada año presenta obras tanto cultas como entretenidas, un cóctel a veces difícil de lograr. La Tarumba no es un circo clásico de payasadas, golpes y vulgaridades. Tampoco es un desfasado circo que use personas deformes o animales salvajes en cautiverio, tales como elefantes, tigres, leones o focas; en esta última obra solo han hecho uso de caballos, en particular de Caballos de Paso Peruano, una raza que enorgullece a todos los peruanos por su grácil andar.

El respeto por los animales y el rescate de la cultura peruana negra, así como la promoción de la cultura literaria clásica son atributos que ya no sorprenden en La Tarumba. Todo esto sin descuidar la diversión familiar. Les recomiendo mucho los circos de La Tarumba si alguna vez los tienen al alcance.

Una de las empresas en que trabajo organizó una sesión especial de “El Quijote” a la cual fuimos invitados todos los empleados, sin costo alguno para nosotros. Luego, al reintegrarnos al trabajo, hay quienes dicen que la obra fue mala, aburrida y sin nada especial.

Estos comentarios me llevan a la moraleja de la fábula del comienzo: Si el sabio critica, es malo; si el necio aplaude, peor. Sólo que aquí el necio es el que critica, o sea, los de La Tarumba pueden estar felices. Congrats!

Quien gusta de esto no puede
criticar a La Tarumba
 Porque coincidentemente, quienes tildan esta obra de mala son los mismos que les gusta la televisión basura, es decir, casi toda, porque les encanta “Amor, amor, amor”, “Recargados de Risa”, “Magaly TV” y más extensamente Laura Bozzo, “La Oreja” y también la chismografía de TMZ o E!


Esta pobre gente es, en el fondo, víctima de la lumpenización de la educación en su sentido más profundo y extenso, herederos de quienes antes eran embrutecidos a punta de media docena de telenovelas diarias, de las peores, o sea, mexicanas, argentinas y venezolanas. Estas masas han parido vagabundos barristas de futbol y mocosas que lucen el culito en cuanto programete prometa cinco segundos de fama. ¡A que no miento!


Discapacitados por encargo

Si quiere una colección de burradas
visite diarioschicha.blogspot.com
Las dictaduras y los políticos mezquinos, o sea todos, se han asegurado de que la población quede disminuida intelectualmente porque los que piensan y leen son peligrosos, por ello se construye colegios pero no educación, se promueve la libertad en el peor sentido posible, convirtiendo la libertad en pretexto para la contaminación mental de gente que solo piensa en fútbol, teleseries, chabacana comicidad, noticieros sangrientos, entretenimiento procaz y vil. Y, por supuesto, muchedumbres absortas en la vida privada de sus protagonistas televisivos.
De esa forma, el rating y las ventas empujan a las gerencias televisivas al despeñadero, al infierno eterno, a la condenación de ser un país líder continental en cifras macroeconómicas y a la vez con miseria intelectual, moral y ética. ¿Se puede? Sí, se puede: Visite Perú.

¿"Déjalas Ser" o "Déjalas Salir"?
 Decir que Perú es un burdel no sería faltoso con el país sino repetitivo y bastante copión. Y no le quiero pedir perdón por nada al exgenial Pablo Macera. Pero además me quedaría chico porque a mí me gustan algunos burdeles y creo que toda Latinoamérica sería un lugar mejor para vivir si tuvieran el ambiente amable y festivo de esos lugares, libres de hipocresías, pese a que yo voy en plan de jironear más bien que de consumir. Decente no, sin plata nomás.



Un enema mental

Prefiero tomar yogurt.
Ya pues, entonces ¿qué hacemos para solucionar esto, para pasar de la queja a la acción? Ah, de eso mucho se puede decir, pero por lo pronto recomiendo tener la valentía de apagar la tele cuando no haya nada que ver, en serio, o cuando nos asalte la tentación de ver porquerías que no dejan reflexión alguna. Cómprese su DVD o Blue-Ray y compre material a su gusto sin someterse a los vaivenes de esos imbéciles con plata, me refiero a los broadcasters. De la piratería no se preocupe tanto, total, si ellos se roban nuestro tiempo e inteligencia, ¿no es esto legítima defensa? La televisión por cable siempre puede dar un abanico mayor, pero no se confíe.

Otra posibilidad es que aproveche las ventajas de internet para participar de comunidades que compartan sus intereses. Por ejemplo, yo disfruto mucho de “Lima la Única”, una brillante comunidad que promueve la recuperación de lugares históricos y las tradiciones limeñas más encomiables. Ya les hablaré de ellos. Hasta se puede producir material y agregarlo.


De lo que se trata es de romper este maldito cordón umbilical televisivo, las cuerdas del títere, la esclavitud mental, la pasividad. Venza el síndrome de abstinencia.

Cómprese una bici y pasee por ahí hasta que se la roben. Váyase lejos en su auto hasta que también se lo roben. Lea muchas novelas y cuentos hasta que los preste y no se los devuelvan. Juegue con los niños. Toque un instrumento, cante. Asee su casa, limpie el patio, arregle las plantas, aprenda a cocinar y tenga sexo apenas pueda. Duerma.

¡Tú sí sabes, Jorgito!
¿Ve? Siempre hay algo qué hacer que no sea ser educado por la televisión. Si tiene hijos, apártelos de ella y lléveselos a otro mundo, un mundo en el que la izquierda no haga demagogia, en el que la derecha no sea reaccionaria ni discriminatoria, en el que el Estado funcione y no se meta en nuestras vidas, un mundo en el que la familia tenga tiempo para conversar, en el que las religiones no manipulen la credulidad de sus feligreses ni usen a Dios para ser sectarios, en el que la gente no quiera fumar nada legal ni ilegal, en el que los ciudadanos cumplan la ley, sin resentidos sociales, sin periodismo carroñero, sin empresarios mercantilistas, en el que no haya terrorismo ni odios a homosexuales, inmigrantes ni a ninguna minoría.

Si encuentra ese lugar, un lugar sin necios que aplaudan lo peor, por favor avíseme: Yo también quiero ir.

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martes, 2 de agosto de 2011

Llantos y Mariposas Libres

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Escuchando canciones viejas me viene algo de nostalgia. Supongo que a todos nos pasa, por ejemplo, al escuchar canciones de nuestra adolescencia; está sonando “En la playa” de Hombres G de España. Me hace recordar los tiempos en que estaba en cuarto de secundaria en el Maristas Champagnat de Miraflores, en Lima.

En el 86 yo no tenía idea de cómo abordar a una chica pese a ya tener 15 y probablemente eso me lo provocaba en gran parte la parálisis resultante del rechazo de Flor Salazar unos tres años antes, uno de los acontecimientos que más me afectó emocionalmente en mi vida. Un mocoso se toma un rechazo demasiado en serio, especialmente si ya viene sufriendo desde los ocho por ella… cuatro largos años para terminar con un portazo en la cara. Tendrían que pasar unos veintiséis años…  Suena “Paramar” de Los Prisioneros y, efectivamente, recuerdo que yo no sirvo para amar. ¿Y si Flor me hubiera dicho que sí?

Es que a veces la nostalgia nos hace preguntarnos qué habría pasado si las cosas hubieran sido de otro modo, como en “El Efecto Mariposa”, cañonazo cinematográfico que felizmente me recomendó mi hermana Mayra y que nadie debería dejar de ver. Mayra siempre recomienda buenas pelas. ¿Y si no me la hubiera recomendado?


Entre las muchas preguntas de cómo sería todo, ahora estoy atorado en algo completamente distinto que me ha comentado mi esposa Ruth sobre nuestro hijo, Claudio. A él lo afectó mucho el que yo renuncie a los testigos de Jehová, era muy pequeño aun para entender, hace casi seis años. Ruth me ha contado que Claudio algunas veces lloró cuando veía a otros niños como él acompañados por sus padres en la predicación casa por casa, una rutina centenaria y característica de esa religión. Me echaba de menos. ¿Sería mejor si no hubiera renunciado?


De ninguna manera hubo ánimo conflictivo o saboteador en mi decisión de renunciar. Cuando las cuestiones son de sincera conciencia, las decisiones resultantes deben sobreponerse a las consecuencias más dolorosas, como el llanto de un hijo amado. Pucha, saber de su dolor me ha dolido también, su dolor inocente que hoy se ha transformado en resignación. Él ahora tiene trece años pero sé que en el fondo mi retorno lo haría inmensamente feliz. ¿Debería hacerlo o, al menos, considerar esa posibilidad?


“Es tan fácil separarse y destruir todo…”


Dejar de ser testigo de Jehová fue difícil pero creo que lo he soportado bastante bien, no es fácil tragarme el sapo de que todos mis amigos de quince años dejaran de hablarme de un día para el otro, pero me parece que ellos no consideran que quedarme habría sido imposible para mantener un mínimo de coherencia y respeto por ellos mismos y por nuestro dios. Me consideran un traidor, peor que si hubiera sido expulsado por ladrón e infinitamente más reprochable que cualquier persona extraña que les tira la puerta en la cara.

Charles Taze Russell,
fundador contemporáneo de
los testigos de Jehová
Los meses previos a mi renuncia en diciembre de 2005 fueron insoportables para mí porque mi cosmovisión había cambiado completamente luego de un proceso de revisión de algunos puntos que yo consideraba importantes en lo personal. Me atreví a tal revisión al constatar que, con la Biblia en la mano y tantos años de leerla y conocerla, estaba en la capacidad de ejercer responsablemente una independencia de criterio, similar a la que tuvo Charles Russell (fundador de los testigos de Jehová a fines del siglo XIX) en su juventud, aunque en mi caso no existía ánimo alguno de alejarme o fundar un nuevo movimiento religioso. Tan idiota no soy.


La culpa no es tuya, es mía


Yo no seguí a algún extestigo de Jehová o algún crítico de otra religión, siempre quise garantizarme a mí mismo que todo lo que pudiera entender no fuera el resultado de una sumisión ante un líder desconocido, otra vez. De todos modos debo reconocer que sí leí algún material interesante y muy serio, entre lo que destaco a “Reflexiones WT” (reproducido aquí en 15 posts en febrero 2011) y principalmente a “Crisis de Conciencia” del ya fallecido Raymond Franz, exmiembro del Cuerpo Gobernante de los TJ. Más allá de las apreciaciones personales y subjetividades del autor, este último libro tuvo un efecto directo en mí: Desmitificó a la alta dirección de mi religión.

1983, por Ray Franz.
En realidad el punto no era si los dirigentes de los Testigos tenían razón o se equivocaban en tal o cual doctrina, o si la organización tuvo o no un buen desempeño en tal o cual asunto. Eso lo encuentro secundario. El punto central era algo obvio pero imposible de visualizar tan claramente si no se asimila los relatos de Franz: Los dirigentes de los testigos de Jehová son completamente humanos, con errores y cualidades que vemos en cada esquina y que los hace tan falibles como cualquiera que lee o escribe este blog.


Tal vez un TJ diría “pero si siempre hemos sabido que los miembros del Cuerpo Gobernante son humanos imperfectos, ¿cuál es la novedad?”. Es cierto que esa es la declaración formal, pero también es cierto que a ellos se les considera “guiados por espíritu santo”. Esta última expresión debe ser comprendida en toda su dimensión y efecto psicológico. La cotidianeidad de los TJ evidencia que a los miembros Cuerpo Gobernante se les considera superiores en sentido espiritual, más sabios, más aprobados, más conocedores, en resumen, “más” en todo sentido. Una persona que proyecta esa imagen ante los demás virtualmente llega al nivel de infalibilidad, aunque en términos formales no se le atribuya esa condición.

Pues bien, cuando uno entiende lo que realmente significa que esos señores sean tan bienintencionados como falibles, entonces uno se siente en la libertad de ser adulto al analizar la Biblia, no solo porque ellos tienen limitaciones sino porque uno ya no es un ignorante bíblico luego de quince largos años de haber sido un cristiano entusiasta y serio cuando se trataba de tener las Escrituras en las manos, aun sin ostentar puesto alguno. En este nuevo escenario, uno se independiza en el mismo sentido en que se independiza de los padres al ser mayor de edad: Uno analiza y toma decisiones solo, y las opiniones de los padres dejan de ser vinculantes para pasar a ser consejos maduros y amorosos pero independientes. Los padres no se molestarían sino se alegrarían de que sus hijos lleguen a tal grado de independencia responsable.

Por ello, esta revisión no me llevó a la sublevación o a la protesta, lejos de ello, tomé como un asunto íntimo el plantear mis propias objeciones y cuestionamientos. Por supuesto, los TJ no iban a cambiar sus doctrinas en todo el planeta solo porque este flacucho estuviera en desacuerdo en tal o cual cosa, no me creo tanto. Pero tampoco me pasó por la cabeza salir de allí, estaba seguro de que las cosas seguirían tan tranquilas como siempre y que, confiando en mi sinceridad, Dios sabría cómo orientarme mejor.

Libertad a la cubana

Aquí llego al único punto medular por el que me tuve que ir y que a la vez no me deja volver: Sea cual sea mi opinión, y por más respeto y discreción que muestre al expresarla, vez tras vez se me conminó a callar y no comentar mis reflexiones con nadie. Se invocó a la actitud unificadora, es decir, que las diferencias de opinión son divisivas, no enriquecedoras, un concepto largamente anacrónico. Se llegó a afirmar que mis opiniones eran dudas o hasta debilidades espirituales. Eso es una falta de respeto, yo esperaba un trato horizontal, no para persuadir a la gente de cambiar de opinión, sino para expresarme libremente, siendo que los testigos de Jehová fueron una religión perseguida en muchos países y deberían reconocer mejor que nadie el valor de la libertad y el respeto a la diversidad. En resumidas cuentas, entre los TJ sólo hay libertad de expresión para aplaudir, como en Cuba. Se ve feo incluso que opines que el último discurso dominical simplemente no te gustó. Asfixiante. Preferí renunciar antes de convertirme en un amargado.

Tratar de explicar

Estos son puntos que no podía explicar a mi hijo cuando lloraba por mi ausencia. Un niño de apenas siete años no soporta estos temas tan densos y aun ahora que tiene trece es difícil de entender. En realidad es más fácil de entender si somos parte de una minoría civil. Ser indígena en medio de racistas, ser homosexual en medio de homofóbicos, ser mujer en medio de machistas, ser extranjero en medio de xenófobos, ser individuo en medio de masas, ser liberal en medio de conservadores, ser testigo de Jehová en medio de la cristiandad… o paradójicamente ser independiente en medio de testigos de Jehová, y mucho ejemplos más de cómo unos cuantos son arrasados por una mayoría sectaria y abusiva. ¿Eso lo entiende un niño que llora por la ausencia de su padre? Ni siquiera lo entienden muchos adultos.

Claudio ha pasado del llanto a la resignación, ¿qué sigue? ¿comprensión o resentimiento? Ojalá sea lo primero porque en gran parte salí por eso, porque conmigo afuera él tiene a alguien que lo ama tanto dentro como fuera de los testigos de Jehová, he aprendido en carne propia lo que es ser minoría en medio de sectarios (primero cuando me hice TJ y otra vez cuando dejé de serlo), eso y no otra cosa ha hecho de mí un liberal, no el deseo insano de vivir excesos con una venda en los ojos, sino el deseo de ser un individuo libre y positivo en un mundo que necesita propuestas y no griteríos catastrofistas.

El futuro nunca se va

No sé cuál es el futuro de mi hijo pero sé que, pese al dolor que ha sentido, aprenderá el valor de la libertad. He mirado al pasado y en este caso me ha dado pena pero no arrepentimiento, sé que de todas las decisiones posibles tomé la más angustiante para mi familia y, sin embargo, ahora saben que los amo y que no sé vivir sin ellos… y sé que me aman también tal como soy. Si Ruth entiende que en el fondo soy un buen tipo, ¿cómo Claudio no lo va a entender?

Al menos por ahora, no veo razones para volver a ser testigo de Jehová, salvo que extraño a muchos de mis amigos, gente muy noble como Kike y Rafo Mendoza, Antonio e Ivonne Alegría, Teresita y Verónica Zapata, Cristina Suárez, Antonio Quispe, la familia Murguía, Perita Medina, muchos más cuyos rostros me asaltan de vez en cuando, y el inmenso Juan Aguirre. A este último lo llevo en la pepa del alma, a personas como él se les acepta de buena gana hasta las bofetadas. Mientras me dure la vida los recordaré. De otros pocos me he olvidado, pero eso no tiene importancia.

¿Y Jehová y Cristo? Eso lo he conversado con ellos en privado, no creo que les cuente, lo cierto es que sólo me quedé sin religión.

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